«Hormigueo, prurito, quemazón, tirantez, estiramiento, dolorimiento, corriente eléctrica, burbujeo o efervescencia dentro de las piernas…» ¿os suena?.
La primera descripción la realizó en 1672 el médico inglés Sir
Thomas Willis (el del polígono).
En el siguiente esquema enumero los síntomas clínicos que nos hacen sospechar ésta patología:

Si a ésto le añadimos algún familiar de primer grado con síntomas similares, y descartamos otros cuadros como calambres, disconfort posicional, mialgias, estasis venoso, edema, artritis, hábito de golpeteo repetitivo con un pie, ya tenemos el diagnóstico.
Anque el diagnóstico es clínico, una disfunción dopaminérgica y un déficit de hierro intraneuronal son claves en la fisiopatología de éste síndrome, por lo que no estaría de más solicitar una analítica estándar en sangre con determinaciones de hierro, ferritina, transferrina e índice de saturación de transferrina.

En cuanto al tratamiento, en los pacientes que presentan sintomatología leve y con escasa repercusión, se pueden adoptar medidas preventivas, higiénicas y terapia física:

Como siempre, habrá que tener a mano el plan B, para aquéllos casos en los que los síntomas afectan la calidad de vida de nuestros dolientes.

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Susana