Categoría: Opìnión

La gestión de la demanda

La gestión de la demanda

De verdad que no me gusta ser negativa en mis comentarios, pero cuando es tan evidente que si alguien con la cabeza bien amueblada y con poder de gestionar, gestionase, estoy convencida de que nuestras agendas de primaria se convertirían en consultas de verdad, coherentes, eficaces y con contenido médico.

¿En qué empresa se ha visto que el primer filtro de llamada telefónica recaiga en el director?. Esto puede parecer jerárquico, clasista, pero yo hablo en términos de eficacia. Creo que todos habréis atendido llamadas como las siguientes:

Yo quería que me viera el dentista porque me tienen que quitar las muelas del juicio.

Quería cita con la matrona

El especialista me hizo unos analisis pero no me ve hasta dentro de seis meses

Me han hecho un TAC abdominal pero hasta dentro de taitantos meses no me ven

Me hace falta una fe de vida para mi madre

Me hace falta un informe de minusvalía

Me hace falta un informe para el carnet de conducir

En el reconocimiento del trabajo hay algo en los analisis que no está bien

Quiero que me quiten los tapones de cera

A mi madre encamada le ha salido una ulcera en el talón

No me llama el traumatólogo para operarme de la cadera

Hace 8 meses que me enviaste al cardiólogo y no me llama nadie

El urólogo me ha dicho que me pidas una PSA para que la tenga en su próxima cita

Tengo covid y mi jefe no me deja ir a trabajar.

Tengo covid y quiero que quede registrado en mi historia.

He pasado el covid y quiero saber si me tengo que vacunar.

Ponme en la receta electrónica ibuprofeno y paracetamol

El especialista me ha puesto una medicación pero no me sale en la electrónica

Quiero unos análisis para la consulta del especialista que me dijo que me los hicera antes de ir

Hace mucho que no me mira nadie la tensión

Hace mucho que nadie me pide análisis y soy diabético

Quiero bajar de peso

Quiero dejar de fumar

El especialista me ha dicho que me vacunen de hepatitis B

……..

¿De verdad que no hay nadie capaz de filtrar éstas consultas?. Si se gestionase ésto como es debido, ¿os imagináis cuántos actos médicos para los que éstamos capacitados podríamos hacer?.

Por favor, quiero dejar de ser la chica de información del corte inglés, con todos mis respetos a su trabajo, pero soy médica y quiero explorar a mis pacientes, diagnosticar, prevenir complicaciones…¡QUIERO VOLVER A TRABAJAR COMO MÉDICO! ¿HAY ALGUIEN QUE PUEDA PONER UN POQUITO DE ORDEN POR FAVOR?

Susana

Del fonendo al «manos libres»

Del fonendo al «manos libres»

Nunca me hubiese imaginado que llegaría el lunes a mi consulta y mis herramientas de trabajo fuesen el teléfono, un ordenador, papel, boli y un desinfectante de superficies.

Afortunadamente conozco a mis pacientes y el cambio en su tono de voz y en la cadencia de su respiración me ayudan a intentar telediagnosticarles. Aún así, me llevo a casa al terminar la consulta la incertidumbre, el miedo, la rabia, la impotencia, el desánimo.

No me voy a quejar de lo extremadamente saturados que estamos. Ya me he resignado. He decidido abandonar mi estado de hater y buscar algo positivo de ésta anormalidad:

Somos la primera voz de buenos días que escuchan durante catorce días nuestros pacientes confinados, y tenemos el placer de decirles: está todo bien, te doy el alta, ya puedes salir a la calle.

Hemos adquirido nuevas habilidades diagnosticas: exploración auditiva por el tono de voz, tipos de tos, diagnostico de depresión en función de los silencios, reconstrucción visual de lesiones de piel…

Batimos el record en formulación de preguntas de síntomas al paciente por segundo.

Hemos superado a la velocidad de la luz en tramitar bajas, recetas electrónicas, analíticas, interconsultas, informes y certificados de muy diversa índole y más que dudosa justificación.

También hemos adquirido la nueva habilidad de cambio de vestuario en situaciones complicadas y en el menor tiempo posible, con lo cual, y es de agradecer, ya podemos presentarnos al casting de algún musical.

Me considero y, creo que hablo en nombre de muchos de vosotros, perfectamente formada en dos nuevas categorías profesionales: secretaria de especialista hospitalario y auxiliar de detective de rastreador saturado.

Abandonando un poco el sarcasmo, una esperanza que me ayuda a madrugar cada día para afrontar de nuevo ésta pesadilla de pandemia, es lograr mi sueño de «cortar el cordón umbilical» con nuestros pacientes y convertirlos en personas autónomas, que no tengan que acudir cada tres meses a pesarse y tomarse la tensión sin saber siquiera cuáles son los valores normales, que la tension descompensada no existe y que la leche sin azucar también tiene hidratos de carbono. Ya va siendo hora de que les enseñemos a pescar en vez de prepararles una lubina al horno.

Y para terminar me quedo con lo más gratificante: los muchos momentos límite de cada día con mis compañeros en los que hemos tenido que sacar todas nuestras armas para poder hacer nuestro trabajo y no morir en el intento. Por vosotros seguiré madrugando cada día.

Susana

Sólo pido que nos pidan perdón

Sólo pido que nos pidan perdón

No quiero reclamar nada a nadie, tan sólo quiero que a mí y a un número intolerable de sanitarios alguien nos pida perdón.

Mi historia que con seguridad es común a muchos compañeros, es la que relato a continuación:

Situación: médica de atención primaria de un centro de salud.

Fecha: primera semana del estado de alarma.

Antecedentes: llevábamos ya un mes atendiendo pacientes con síntomas respiratorios sin advertirnos de la necesidad de protegernos.

Descripción de los hechos: comenzamos a separar a los pacientes respiratorios y a explorarles protegiéndonos con escasos y en ocasiones defectuosos medios. Tras la primera semana de oleada empezamos a presentar síntomas sospechosos de Covid.

Protocolo de actuación: nos envían a casa y a los siete días sin síntomas y sin PCR nos reenvían de nuevo al trabajo, a diferencia del resto de la población que debe permanecer aislada catorce días.

Durante la primera semana de reicorporación al trabajo y coincidiendo con la fase inflamatoria de la enfermedad por COVID19, volvemos a manifestar síntomas. Resultado: confirmación de PCR SARS-COV-2 positivo.

Efectos colaterales: uno de cada cuatro contagiados por COVID19 pertenece al colectivo sanitario.

Ya se que es fácil criticar las actuaciones cuando se dispone de más información, pero lo que me entristece enormemente es la sensación de abandono que hemos padecido y seguimos sientiéndo ahora por parte de aquéllos que debieran velar por nuestra salud laboral, el silencio, ni una llamada, ni un mensaje que reconozca que si se hubieran hecho mejor las cosas no habríamos llegado a éste punto.

Creo que no es tan costoso decir lo siento, es más, puede ser hasta enriquecedor.

Susana

Carta de agradecimiento a las voces al otro lado del teléfono

Carta de agradecimiento a las voces al otro lado del teléfono

El uno de abril del presente año acudí a mi consulta como cada día, pero en esa ocasión lo primero que hice fue mirar los resultados de mi prueba: PCR SARS-COV-2 POSITIVO. Acababa de cruzar al otro lado, ya no era médica, había entrado a formar parte de las estadísticas de nuevos infectados. A partir de ese momento empezó a funcionar la máquina del registro, órdenes y protocolos cambiantes e inseguros.

Como buena paciente sumisa y obediente, me fui a mi casa con mi mascarilla, todas las órdenes de aislamiento y protección impresas por los asientos del coche y con un sentimiento profundo y continuo de miedo que perdudaría durante muchos días. Durante el camino se agolparon en mi cabeza miles de pensamientos sin respuesta: ¿habré contagiado a mi familia?, ¿qué hago si me pongo peor?, ¿en qué momento debería ir al hospital?, creo que no tengo paracetamol en casa, ¿debería irme a otro sitio lejos de mi familia?, y si me quedo sola y me pongo peor, ¿tengo termómetro?, .. y el pulsi…. creo que me lo he dejado en la consulta, no llego con el fonendo a auscultarme por detrás….

Llegó la noche. Fui una de las pocas personas afortunadas que tuve la posibilidad de enviar a mi familia a otro lugar. Al final encontré el termómetro y el pulsi y los coloqué en la mesilla: 37º, 97% saturación, leve disnea inspiratoria, leve cefalea, odinofagia, tos, y severo estado de pánico: todo en orden, a dormir y mañana será otro día.

Llegó el otro día y la sensación de disnea vs pánico no había desaparecido, pero de repente sonó el móvil , y una voz anónima al otro lado del teléfono me preguntó: buenos días, soy tu compañera, pero desde hoy ya no eres médica ni compañera, ahora eres una paciente y yo te voy a llamar todos los días para que me cuentes cómo estás hasta que estés curada. Si en algún momento te encuentras mal me llamas. ¿Cómo te sientes hoy?.

Nadie que no haya pasado por ésto se puede imaginar ni de lejos lo que supuso ésta y todas las llamadas que seguí recibiendo día tras día, ni siquiera la voz anónima que me cuidó durante todo mi encierro y que asumió la enorme responsabilidad de decidir sin más armas que la entrevista telefónica y su saber hacer, si debía ingresar en el hospital o podía permanecer vigilada en casa.

Por éste motivo escribo ésta carta a la voz anónima al otro lado del teléfono, para agradecer sus buenos días, sus preguntas, su seguridad, y su última frase de cada día: mañana te vuelvo a llamar, si te ocurre cualquier cosa aquí estamos para lo que sea.

Gracias, gracias, gracias, gracias y un millón de gracias a todas las voces al otro lado del teléfono de todos los centros de salud de atención primaria.

Susana, paciente y médica de un centro de salud de atención primaria cualquiera.

La invisible atención primaria

La invisible atención primaria

En ésta ocasión no voy a publicar ningún esquema, ni algoritmo ni chuleta. Sólo quiero reivindicar nuestra labor en los centros de salud y en los consultorios de atención primaria.

Hasta ahora no hemos existido. En todos los medios nos hemos hartado de ver escenas emotivas de hospitales y de UCIs, cuando el mayor porcentaje de contagios y fallecidos ha recaído en los centros de atención primaria. Y de repente, cuando hace falta desarrollar un estudio serológico, aparecemos como piedra angular de la asistencia sanitaria. Y todavía tenemos que escuchar la recomendación de nuestros dirigentes de que nos debemos organizar para separar a los pacientes respiratorios y fomentar la consulta telefónica: JAAA! ME PARTO!!! por no ponerme a llorar.

Señores míos, que sepan que desde febrero, los invisibles médicos de atención primaria hemos intuido que muchos pacientes que atendíamos con patología respiratoria no presentaban síntomas habituales, que ante ésta sospecha nos hemos puesto mascarilla y se la hemos aconsejado a nuestros usuarios, eso sí, de seguridad incierta, por no decir algo más grosero. Que cuando se instauró el estado de alarma nos organizamos todo el equipo y separamos a los pacientes, blindamos la entrada del centro y comenzamos a funcionar con consultas telefónicas. Que cada día hacemos un número indecente de llamadas para ver el seguimiento sintomático de los contagiados, dar instrucciones de aislamiento, ofrecer ayuda social en situaciones difíciles, apoyo psicológico y hasta espiritual a veces. Incluso por telefono controlamos otras patologías que tambien siguen existiendo: tensiones, dolores de infinidad de causas, ansiedad, diabetes, vértigos, cefaleas, infecciones varias….y un sinfín de consultas que manejamos PORQUE CONOCEMOS A NUESTROS PACIENTES. Y todo ésto lo hemos hecho desde el minuto uno de la pandemia, sin medios adecuados, con información desconcertante y contradictoria y con el personal reducido por el «evitable» contagio. Hemos ido a trabajar con el miedo de aquél que se siente desprotegido, más de uno hemos llorado a solas en la consulta o en el baño y, cuando hemos llegado a casa, en ocasiones con la familia alejada por evitar el contagio seguro, nuestro tiempo lo hemos dedicado a leer protocolos y a «desinfectarnos».

Señores dirigentes, que sepan que detectar y derivar a tiempo a un paciente para que no llegue a ingresar en UCI, TAMBIEN ES SALVAR UNA VIDA. Que no sólo es importante comprar respiradores. Reforzar la atención primaria es crucial para que no acabemos en la atención terciaria. Y que cuando salgan los pacientes de las UCIs, algunos de ellos con fibrosis pulmonar, ahí estaremos nosotros, los invisibles, y no pediremos que nos aplaudan: NI FALTA QUE NOS HACE.

Susana