Nos encontramos ante la siguiente situación bastante común: un paciente con una contractura muscular o una cervicalgia, cuyo dolor le impide conciliar el sueño. Le prescribimos el correspondiente antiinflamatorio, y entonces nos toca pensar en qué relajante muscular le asociamos para que pueda descansar. Pues bien, ahora viene lo más complicado, ya que en los últimos años se han propuesto eliminar todos los fármacos que manejábamos con soltura y elegancia.
A continuación he hecho un pequeño esquema de los fármacos disponibles para que nuestros pacientes no tengan que dormir de pié.

Susana